martes, 21 de octubre de 2008

Ha pasado ya un mes desde que descubrí que Lie quería traicionarme. Él desconoce que yo sé esto, sin embargo, su actitud hacia mí ha cambiado radicalmente. No hablamos de modo personal, ni más ni menos que con cualquier otro. Habrá pensado que mi contacto social es ahora enfermizo, y que todo lo que por mí sea tocado con más presión de la normal será investigado cuando la justicia se haga cargo de mis crímenes. Está preparando el terreno para cuando llegue el momento de mi detención, y eso, por ahora, consiste en comportarse como si no hubiera un lazo sangriento uniéndonos, sino la más normal de las indiferencias.

Por otro lado, mi terreno se prepara al mismo tiempo que Lie cree preparar el suyo. Estoy permitiendo ser evitado, como solución a mi problema "cómo evitar a Lie"... Los dos estamos creando un terreno seguro entre ambos, donde en un futuro podamos correr a refugiarnos cuando tengamos que confesar que no nos conocemos más que de tratar en clase.

En otras circustancias, hubiera dedicado mucho más tiempo a concienciar subconscientemente a la gente de que entre Lie y yo nunca ha habido un trato a tener en cuenta, pero mi misión corría prisa. No porque hubiera un tiempo límite en el que, sobrepasado, ya el éxito fuera imposible, sino porque deseaba poseer lo antes posible el corazón, y todo lo demás, de Lina... y eso sólo era posible eliminando a sus estorbos intelectuales: sus amigas.

En un intercambio de clase, Lie aprovechó la oportunidad y me señaló discretamente que fueramos al servicio. Fue un golpe de suerte que, después de un mes, fuera él quien tomara la iniciativa justo el mismo día que me proponía hacerlo yo. Una vez allí, y después de que Lie se tomara su tiempo para asegurar nuestra soledad en la sucia estancia, nos miramos con silenciosa atención durante unos segundos, el estudio de rigor. Noté un fallo en su perfecta serenidad, algo que no debía estar ahí, un tic de impaciencia brotaba visible a mis ojos.

- ¿Cuándo piensas matar a Tere y Genne? - me susurró mientras iba a comprobar por el hueco entreabierto de la puerta que nadie se acercaba. Lo cuidadoso y asustadizo que se había vuelto me pareció hasta cómico, nada que ver con su viejo yo, incluso se había olvidado de ocultarme su precaución hacia ser visto conmigo. La tortura psicológica a la que le había sometido retrasando el momento de llevar a cabo lo acordado sin previo aviso, había hecho efecto. No sólo manejé por primera vez la voluntad del demonio haciéndole venir a mí cuando sé que él no quería hacerlo, sino que le desconcerté hasta el punto de perder el disimulo ante mí, como si ya sólo importara lo que los ajenos a todo esto puedan ver.
- No es trabajo rápido estudiar la rutina de dos personas, junto a sus más habituales imprevistos -dije en un tono excusatorio del que me arrepentí-. Pero ya he acabado.
- ¿Y bien?
- Para matarlas a las dos al mismo tiempo y sin complicaciones... sólo hay una combinación posible.
Se quedó pensativo, aunque tuve la impresión de que adivinó desde el primer momento cuál iba a ser mi plan.
- ¡¿No estarás pensando matarlas en el colegio, no?! - dijo subiendo un poco más el tono del susurro. Su reacción ya delataba una oposición brutal, y era evidente el porqué. Su alejamiento de todo riesgo iba a ser perturbado drásticamente.
- Sí, la otra opción es matarlas por separado.
- Pero eso es demasiado arriesgado... -dijo. Supe al instante que se sintió obligado a darme la razón, retomando la misión de no levantar mis sospechas.
- Es imposible -sentencié como apartando la opción con la mano-. Hay una laguna enorme de horas desperdiciadas entre los momentos perfectos para matar a una y tener una buena oportunidad de matar a la otra. Es demasiado alta la posibilidad de que no pueda matar a la segunda porque salte la alarma de preocupación por la desaparición de la primera. Eso en el caso, muy optimista, de que no encuentren el cuerpo difunto, ya que esconderlo más que regular es otra tarea que he catalogado de imposible.

Era cierto, pero sobretodo era creíble. Lie no tenía otra opción que aceptar mi plan, por mucho que se estuviera presionando vigorosamente las sienes buscando, seguramente, alguna otra alternativa. Al final empezó a ceder, con el pesar reflejado en el rostro.

- Matarlas aquí...-resopló-, sigue siendo arriesgado. Estaremos diciendo a voz limpia "el criminal es alguien del colegio" -advirtió, como si se preocupara por mi seguridad. Ahora creo que lo que buscaba desesperadamente en su mente era el mejor modo de manipularme.
- Lo sé -añadí, simplemente, sabía que no necesitaría dar más argumentos.
-¿Cuándo lo harías? -Observé con desánimo que aún utilizaba el condicional.
- No lo sé -mentí-. Pronto. Aún tengo que pensar en el mejor modo de hacerlo -respondí, dándolo por seguro, para paliar su condicional.
Sabía que darle el día exacto a Lie era una información demasiado valiosa, lo suficiente como para asegurar su supervivencia.
- Quiero que me des toda la información que tengas de esas dos. Horarios, responsabilidades, aficiones... todo. Quizás yo encuentre una vía mejor de llevarlo todo a cabo.
- Mañana.
No tenía opción de negárselo, no dejar que me preste ayuda a estas alturas sería incoherente. Sé que lo hace o bien porque cree que es más inteligente que yo, o bien que ya sospecha que sospecho de él y quiere confirmarlo. En cualquier caso, la mejor opción era hacerle rechazar esos pensamientos. Ya contaba con esa posibilidad, incluso con la de que comprobase la veracidad de esos datos investigando él personalmente a Tere y Genne. Manipular la verdad, en este caso, es mucho más efectivo que mentir, hacerle partícipe de mis investigaciones sólo conduciría a que se viera aún más encerrado, en la obligación de ejecutar el plan en el colegio.
Pareció conforme sabiendo que tendría a su disposición los mismos datos que yo, incluso recuperó la seguridad en sí mismo que hasta ahora parecía haber perdido.
- Avísame antes de hacer nada, no quiero sorpresas -me avisó, mientras se proponía salir de allí dando por terminada la conversación-. Una cosa fue contener la carcajada cuando el profesor nos anunció la muerte de Jana, y otra presenciarlo. Necesitaré saber cuándo lo harás, ¿de acuerdo?
- Comprendo, así lo haré -mentí, mientras sonreía para distraerle haciéndole pensar que correspondía a su sentido del humor y que para nada sospechaba de su verdadera intención, la de escaquearse.

Salimos de allí, asegurándonos de no ser vistos. Cuando entramos en clase, en momentos distintos, el aula era todo un alboroto de conversaciones efusivas entremezcladas aprovechando la ausencia de profesor. Noté en la expresión de Lie que ambos estabamos satisfechos con esa visión que, otrora, nos hubiera asqueado. Sentí una punzada en el corazón cuando vi a Lina en su asiento con la vista y la mente perdidas en algún sitio. '¿Empiezas a darte cuenta de que Tere y Genne no son suficiente para ti? Pronto te liberaré', pensé con regocijo.

Al día siguiente, tal y como habíamos acordado, le pasé a Lie toda la información que había almacenado de las vidas de los dos objetivos. Después de un desesperante fin de semana con nervios e intriga, el lunes Lie buscó otro momento de privacidad para darme la razón: el mejor de los escenarios era el colegio.

Soy consciente de que nada de lo que dije fue creído al 100%, por la naturaleza desconfiada de la que adivinaba poseía Lie. Pero tengo la convicción de haber llenado el porcentaje hasta su máximo posible en él.


Ya sólo quedaba pulsar el botón rojo.

martes, 14 de octubre de 2008

Vuelve a mí, mi amadísima, la tinta de mis páginas. ¡Cómo te he echado en falta entre las rejas de lo cotidiano, donde sólo había hueco para una parte de mí mismo! Los pensamientos iban siendo desaprovechados sin ti, perdidos entre la multitud horizontal. ¡Cómo he podido vivir sin hacértelos saborear!

Vuelve a mí, mi amadísimo sueño imposible, hazme tener pesadillas de nuevo para poder escribirlas. Y un constante despertar a ese constante dormir, abrir los ojos sobresaltado: eso me hace sentir vivo.

Ven, mi amadísima enemiga, mi asesina. Ven a darme muerte: ¡quiero tener que volver a resucitar!