miércoles, 29 de diciembre de 2010

"Hacen que parezca tan fácil conectar con otro ser humano... Es como si nadie les hubiera dicho que es lo más difícil de este mundo"

lunes, 27 de diciembre de 2010

El reloj de nuestras vidas
No distingue ya la noche del día
Esperando se ha parado
Esperando a humanos que se han marchado

De flores negras lleno está el suelo
A tallos doblados les ha llegado el sueño
A tallos grises y secos que abandonan el duelo
De flores muertas lleno está el suelo

Dicen que el sol ya no calentará más,
ni existirán mañanas celestes más,
ni la lucha de sus rayos contra las nubes más.
Dicen que nuestras sombras se han extendido.

El cielo se ha caído.
El cielo se ha caído.

No habrá más Lunas para amantes,
ni enamorados que a ella canten,
ni para el mar su frío contemplar
cuando la Luna el camino hacia lo profundo marque.

El cielo se ha caído.
El cielo se ha caído.

Nadie ha llorado, nadie ha gritado
El oxígeno es ahora un tesoro para los humanos
Nadie quiere ya dinero a cambio de respirar
El oxígeno empieza a ser un bien escaso.

Como sombras empiezan a moverse en la oscuridad
De sus escondites salen ahora todos los vampiros
Rezad lejos de aquí, este planeta ya no es para los humanos.
Vuestra sangre, antes de que los pulmones os la sequen, dad.

Lalalalalalala
El cielo se ha caído.
El cielo se ha caído.

Entre calles solitarias ha nacido una nueva criatura:
Un humano que no necesita el Sol.
Un humano que no necesita la Luna.
Un humano que no necesita oxígeno.

Entre ruinas y basura ha nacido una nueva criatura,
Con sus ojos rasgados contempla su propio nacimiento
Entregadle las llaves al heredero del mundo
Todos tenéis que morir, ha regalado al planeta nuestro cielo.

El cielo se ha caído.
El cielo se ha caído.
Y con él, la nueva raza ha venido.

jueves, 9 de diciembre de 2010

"No hay nada que decir", pienso calmado mientras paseo por la encharcada ciudad, ahora dormitando la resaca de la tormenta bajo sus improvisadas lagunas. Se respira la dulce fragancia de la humedad y el gris apagado de las nubes. Camino entre pasos de baile esquivando charcos, de puntillas, cerrando los ojos, extendiendo los brazos, respirando el frío glacial que surca mi cara. Y entonces sonó la dulce melodía que me hizo girar.

"¿Dónde van tus pasos?", preguntó asiéndose a metros de mí de una cuerda que había atada alrededor de mi cintura.

"A ningún lugar, no hay nada que decir". Sujeté agua con mis manos y me fui liberando su tacto girando sobre mí mismo y enrollándome.

"Voy contigo", dijo con ternura, al tiempo que se deslizaba danzarina por la cuerda hacia mí, como quien desciende caprichoso por una montaña de hielo. Su baile hipnótico, siniestro y embaucador. Pasaba bajo la cuerda y sonreía, cambió la mano con la que la sujetaba descolgando su cuerpo y guiñó, la saltaba en un parsimonioso juego de elásticas piernas que ascendían y descendían, y empequeñecía sus ojos con inocente lujuria.

"No hay nada que decir", le dije cuando ya estaba frente a mí, dando un leve tirón de la cuerda para hacer chocar su cuerpo contra el mío.

"No hay nada que decir, salvo que bailes para mí" susurró al oído, rodeando mi cintura con su brazo sin soltar su extremo de la cuerda.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Trepó los barrotes y contempló triunfal el paisaje desde aquella peculiar cima. La suave brisa ondeaba su flequillo y la sonrisa era de aquellas que se recuerdan siempre. Los vagos recuerdos de un niño que ha trepado por primera vez un tobogán.


Dos jóvenes discuten acaloradamente en la terraza de una cafetería, mientras beben sus cervezas y fuman sus cigarrillos. Uno de ellos estaba especialmente enfadado, repeinaba su pelirroja melena constantemente en un acto reflejo de nerviosismo y fumaba un cigarro tras otro.
- ¿Cómo se puede llamar guerra al camino hacia la paz? ¿La iglesia es el banco de la fe? ¿Es el dinero el medio para alcanzar nuestros más mediocres sueños?



No hay nada que un niño crea no poder ver en la cima de un tobogán. Se sienta, se agarra firmemente a los bordes. Le preocupa caerse al suelo al llegar al final, pero confía en su capacidad de reacción. Ha visto a muchos niños haciéndolo antes, no puede asumir sus capacidades por debajo de la de los demás tan temprano. "¿Cómo dormiría tranquilo esta noche?"
Y, por fin, se lanzó.



Le encanta escuchar el sonido de dos piezas encajando, una tras otra.
*Clack*
*Clack*
Estudia con detenimiento su fusil completamente armado. Da una última calada a su cigarro y lo tira a través del muro, caída libre a la calle. Las vistas desde la cima de aquel edificio cualquiera no eran idílicas, lo que se puede esperar de cualquier gran ciudad. Pero no necesitaba algo mejor.



Los ojos cerrados y sintiendo el viento en la cara, escuchando el sonido de sus propias risas mientras cae tobogán abajo. Él no lo sabía entonces, pero esa iba a ser una de las mejores experiencias de su vida. También una de las últimas.
Puso los pies en tierra a tiempo, frenó la caída perfectamente. ¡Otra vez! Pensó entusiasmado. Entonces una mano se cerró sobre su hombro con fuerza. Levantó la vista y vio a un grupo de niños a su alrededor, el que le agarraba sujetaba una piedra con su otra mano.
"Este es nuestro sitio" Dijo.
Lo último que pudo ver con su ojo derecho fue un niño pelirrojo golpeándole la cara con una piedra.



Suelta un suspiro tras tragar el último buche que quedaba en su jarra de cerveza. La intensa conversación le había dejado la boca seca.
- Quiero poder llegar al fin de esta conversación algún día, me encantaría la resolución de todo esto. -Dijo el pelirrojo sonriendo a su amigo.
- Sí, a mí también. Son cosas que... ¿qué ha sido eso? ¡Oye, tienes sangre en...!
La silla y su cuerpo inerte, junto a su agujero en la frente, cayeron al suelo antes de que pudiera terminar la frase.


Desmontó su fusil, recogió todo y se marchó de allí sin ser visto. Dos calles más adelante se cruzó con una hilera de coches de policía con sus sirenas activadas y conduciendo a todo trapo.



- ¿Has oído hablar del efecto mariposa? Un aleteo podría, años después, provocar huracanes en el otro extremo del mundo.
- Efecto mariposa... -dijo pensativo, mientras se llevaba inconscientemente la mano al parche de su ojo. Efecto mariposa -repitió, enfureciéndose repentinamente.

jueves, 25 de noviembre de 2010

La luz roja entró en la habitación sin ser invitada y se descubrieron frases invisibles escritas en los muros. ¿Qué es todo esto?

Una cabeza balanceándose sobre un muelle en el centro de la habitación reía compulsivamente. Cambiaba el gesto impulsándose en muecas plastificadas siniestras al contraste de aquel rojizo sombreado.

¿Qué era todo aquello que querías decirme?
JAJAjajajajaJAJAJAjajaJAjaja
¿Qué era todo aquello que querías que te preguntara?
jaaaaaaaajaaaajaaaaaaJAAAA

Las manos se cerraron sobre el muelle. No vas a levantar más la cabeza. JajajaJajaJAJAa

Corrió golpeándose contra las paredes. Oh, ¿quién pronuncia estas frases contra las que me estrello?

Arranca las cortinas en un furioso intento por tapar la luz.

¿Acaso el sol se está muriendo de vergüenza? ¿Qué diablos es esta luz?

Dejó colgar medio cuerpo por la ventana. No estaba abierta, pero lo colgó y vio que por la calle caminaban los demonios y los deformes dándose la mano y compartiendo astutas maquinaciones.

La sombra asaltó el cielo de repente y con ella murió el incendio de luz y, tras ella, las frases invisibles desaparecieron.

Le asaltó el pánico, ¡no me había dado tiempo a leerlas! Y entonces alzó la vista y vio que lo que creaba aquella sombra era una caja gigantesca cayendo entre las nubes sobre su cabeza. De la caja salía un muelle que se balanceaba mecida por el viento de la caída, y una cabeza gigante que hacía resonar su carcajada más allá de la comprensión.

JAJAJAjajaAAAAAjajaJAaaaaJAJAJAJAJAjaaaaajajajaja.

Y tras caer, fue lo único que quedó. Aplastando ciudades enteras al final de cada balanceo.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Dualidad

Una bandada de pájaros volando contra el viento alerta a los aldeanos, que no tardan en estremecerse al notar el suelo temblando bajo sus pies. Gritan, corren y se organizan como pueden intentando ponerse a salvo del invisible enemigo.

Pero no era el implacable capricho de la naturaleza quien sacudía la tierra en la que yacían sus hogares y sus familias. Negras nubes de tormenta ocultaron un decadente sol que, antes de morir, dedicó un último rayo de luz a las innumerables espaldas que asomaban por la cima de la colina adyacente a la aldea, vislumbradas como siluetas sombrías. Caballos, trompetas, rugidos; el clamor del verdadero enemigo anunciando sus intenciones.

"¡Todos tenemos que unirnos, defendernos, pelear contra ellos!", gritaban los furiosos aldeanos dispuestos a proteger su tierra y sus seres queridos. El desconcierto y la incertidumbre que les provocaba tan repentino ataque sin explicación fue superado por la adrenalina de tener que hacerles frente. La lluvia empezó a regar la tierra mientras todos se colocaban en sus recién decididos puestos de batalla. Ninguno se quedó atrás, los más débiles aguardaban con miedo pero dispuestos a entrar en batalla; los más fuertes permanecían en primera línea con el odio y la rabia en sus miradas y en sus empapados rostros.

"Todos van a ser aniquilados", dijo quien guiaba a los jinetes atacantes. Con el comienzo de la arenga se detuvieron las trompetas, los caballos pusieron fin a sus enloquecidos relinchos, los hombres sustituyeron los cánticos de guerra por sádicas sonrisas que contenían el placer de saber la sangre que iban a derramar. "No quiero que dejéis a nadie vivo, arrasad con todo. Incendiad su mundo y no dejéis tiempo a que el fuego robe las vidas que debéis robar vosotros. ¡Quemadlo todo! ¡Quemad la tierra que me creó!"

Una explosión de gritos dio rienda suelta a la ira galopando colina abajo, y trajo en consecuencia una segunda explosión, la de sus concienciados oponentes. Hachas de leñadores, mazas y demás herramientas de trabajo varias, haciendo de improvisadas armas, corrían hacia la ladera embravecidas por el inminente encuentro.

- ¡Esto es todo lo que tenemos y todo lo que amamos! ¡Y es nuestro!
- ¡Matadlos! ¡No quiero ver más que cenizas donde ahora hay vida!

sábado, 4 de septiembre de 2010

Sólo quería cerrar los ojos y que, de repente, al abrirlos, hubieran pasado todas las horas molestas que seguidas me tocan sufrir. Los hospitales nunca me han gustado y siempre que ha surgido decirlo, sólo he sabido argumentarlo recordando a un joven ficticio: porque allí había pasado el peor día de su vida, el día en el que nació. Pero no puedo dormir eternamente.

- ¿Qué te ha traído aquí? -Preguntó el hombre que descansaba en la cama de al lado. Se podía ver que era un hombre de mediana edad, a pesar de su demacrado y envejecido aspecto. Además, todos esos tubos entrando y saliendo de su cuerpo y ese color de piel amarillento... no inspiraban muy buenas expectativas.
- Quise respirar con fuerza -dije cogiendo aire con resignación. Era la primera vez que contaba la historia que me había llevado a estar hospitalizado y ya sentía que no quería hacerlo más-. ¡Y estaba haciéndolo! Realmente estaba consiguiendo respirar más fuerte que ninguna otra vez.
- ¿Te explotaron los pulmones, muchacho? -Se burló entre risas que me molestaron- ¿Para qué ibas a querer hacer eso además?
- No me explotó nada y no necesitaba una razón para hacerlo. Llevaba mucho tiempo queriendo hacerlo, lo hice y ya está.

Me quedé callado con la esperanza de que el tenso intercambio de palabras que habíamos tenido nada más empezar, le hicieran replantearse la posibilidad de seguir entablando una conversación conmigo. Me pasé minutos sintiendo su mirada insistente e interrogante en mi cara.

- ¡Pero sigue! -Pidió finalmente.
- Pues bueno, respiré tan hondo que, por lo visto, dejé sin oxígeno a todas las personas de mi alrededor.
- ¡Venga ya! -Exclamó, intentando en vano incorporarse para observarme mejor- ¡Pero chico, eso es imposible!
- ¡Ja! Dígaselo a los que me dieron la paliza. Eso es lo que me ha traído aquí.
- ¿Te dieron una paliza por dejarles sin oxígeno? ¡Siento reírme -dijo mientras se reía sin ningún tipo de culpabilidad aparente-, pero no tiene sentido!
- Cuando ya disfrutaba de aquel logro -seguí contando la historia-, agridulce logro, soltando toda aquella inmensa cantidad de aire por la boca en un inconmensurable desahogo, les vi acercarse a mí. Aunque aun en el éxtasis de la expulsión de todo aquel aíre contenido, conseguí rápidamente ponerme en actitud defensiva, porque ya en sus ojos vi las ganas de... lanzarme lejos del planeta. "¡Me robas mi aíre!", "¿por qué quieres mi aíre?", "¡y el mío!" "¿no tienes suficiente con el tuyo que quieres el nuestro?". Yo empecé a disculparme mientras retrocedía, intentando que me dejaran irme de allí sin más. "Perdón por respirar vuestro aíre", ¡mierda, llegué a disculparme por respirar y eso no les bastó!

Acababa de entender porque aborrecía contar aquella historia incluso antes de haberlo hecho alguna vez. ¿Quién iba a creérsela? ¿Quién iba a poder entender mi frustración si cualquiera en su sano juicio daría por hecho que la historia no es real?

- Me disculpé por respirar... -susurré cerrando los ojos y notando la somnolencia que con la pena me viene siempre. Nunca demasiado fuerte esa somnolencia como para arrancarme unos cuantos meses del mundo. Eso sí que serían vacaciones.
- Bueno, muchacho. La paliza te la llevaste igual, eso te enseñará a no disculparte cuando no debes. Hay veces que sólo queremos castigar a alguien, ni aunque merecieras disculparte te hubieras librado del castigo.
- ¿Y a ti qué te ha traído aquí? -Realmente no tenía interés en conocer los motivos, pero cualquier cosa mejor que seguir hablando sobre eso. Sobre mí.
- A lo que me ha traído aquí yo lo llamo "perder las ganas de vivir". Los médicos lo llaman de otra manera, pero nunca me he interesado en saber cómo lo llaman ellos.
- ¿Intento de suicidio? -Inquirí internamente alarmado. Cierto es que no quería hablar sobre mi historia, pero mucho menos ser el confesor o improvisado y casi obligado psicólogo de un suicida.
- ¡No! -Masculló haciendo un aspaviento de desprecio con la mano-. Todo lo que está vivo va muriendo lentamente. Pues bueno, los que no tenemos ganas de vivir, digamos que nos ponemos de acuerdo con el cuerpo, o no sé, de algún modo... vamos muriendo menos lentamente.

Asentí perplejo con la cabeza y adopté una notable postura de "quiero dormir" que dio por finalizada la conversación. Al final conseguí encontrar el sueño y me dormí mientras le escuchaba farfullando: "¡Mierda de tubos! ¡Mi voluntad es más fuerte que vosotros!"



Al anochecer del día siguiente, tras pasar el resto de horas con apacibles aunque, llegado cierto punto, ya agotadoras lecturas, volvió a hablarme.
- Es extraño -dijo.
- ¿Qué es extraño? - Pregunté tras unos segundos, sintiéndome obligado a hacerlo.
- Nadie ha venido a visitarte.
- Tampoco ha sido para tanto -respondí tras unos segundos en blanco-, sólo una paliza... mañana ya me dan el alta.

Buscó torpemente nuevas posturas para acomodarse y al final acabó poniéndose en la misma.
- Dime, ¿pensabas en algo mientras te daban la paliza? -Preguntó con aire enigmático.
Me esforcé en recordar qué sucedía en mi cabeza durante ese tiempo.
- Pensé que serían mis últimos pensamientos. Podrían haberlo sido, claro, pero tampoco discernía muy bien la realidad, supongo que la exageraba. Pero en aquel momento no sabía hasta dónde pensaban llegar conmigo, así que me sucedió lo típico. No vi mi vida entera en diapositivas ni mucho menos, pero sí podría decir que vi las diapositivas relativamente recientes. Si hubiera tenido más tiempo o tranquilidad para mis hipotéticos últimos pensamientos, los hubiera tenido mejores.
- Llegaste a pensar que podía ser tu final entonces.
- Claro, con un golpe ya se podría matar a una persona, ¿cómo no iba a pensarlo?

Luchó por incorporarse en la cama, igual de torpe que las anteriores veces, pero con mucho mas ahínco que las demás. Tanto que esta vez sí que lo consiguió. Me miró a los ojos, que me permitieron observar por primera vez lo vieja que era su mirada a pesar de no ser comparable a todas luces con su posible edad y, adoptando un matiz dramático, volvió a hablarme.

- Sin embargo aquí estás. Has sobrepasado al momento en el que creías que podía acabar todo. Debes tomarte esto como una fiesta, tu fiesta. La fiesta en la que celebras que has sobrevivido, porque da igual lo que te haya traído aquí, tú sientes que has sobrevivido. Sin embargo, sólo tú estás aquí celebrándola. La fiesta en la que se celebra que estás vivo, y sólo tú estás en ella.

Me quedé congelado, atrapado en sus ojos y en sus frases.

- Yo también tuve un día esa fiesta -continuó diciendo-, y también la celebré solo. Desde entonces, nunca he querido que esa fiesta en la que estoy sólo yo acabe y que si nadie la celebra conmigo, tampoco nadie la viva junto a mí. Cierto es que son triplicadas las ganas de vivir que consume ese estado y hasta que se gastan y enfermas como yo, pero nunca más te darán palizas por respirar hondo. Respira todo lo hondo que quieras, incluso aquí, a mí no me vas a ahogar. Son las injusticias las que no dejan respirar, no lo permitas mientras te duren las ganas de vivir.


"¡Huye, amigo mío, a tu soledad! Ensordecido te veo por el ruido de los grandes hombres, y acribillado por los aguijones de los pequeños." Friedrich Nietzsche.

viernes, 20 de agosto de 2010

El ser humano es un extenso abanico de colores que, tras analizar cada uno de ellos con mínimo detenimiento, comprendes que son insuficientes. Quiero la luminosidad del diamante reflejando la sonrisa de esa mujer y el destello del relámpago en la mirada de aquel rabioso, el fulgor del fuego rodeando un ardiente carácter, el color del cielo reflejado en el mar con espuma del oleaje en aquel que corre impetuoso hacia la locura y mil cosas más.

Más que eso todavía quieren mis ansias. Quiero colores nuevos aun no vistos y que sean tan fuertes y dominantes que oculten de la vista los antiguos. La creación de un nuevo color que vaya extendiéndose cual virus en la conciencia de todos. Exclamación, calambrazo mental y sonrisa: Así imagino yo el descubrimiento de esos nuevos colores. Y que cada ojo viera ese color de un modo distinto, ¡como un color nuevo cada vez!

Que la humanidad asista al entierro del arco iris en celebración y vítores, en nula melancolía del antaño pretencioso semicírculo. Los antiguos colores deben ser destruidos para poder crear otros nuevos.

Y este fantástico desvarío no es sino un pequeño desliz de optimismo. Lo que grita vehemente en mi mente es oscuridad y es la que define al ser humano y mueve el engranaje.

sábado, 7 de agosto de 2010

"Moonlight Sonata" fluye en mi mente, arrastrando en cada nota a los segundos que parecen querer una noche eterna, ¿cuántos amaneceres juntos hemos visto y cuántos más veremos?

Estas horas de vapor y fantasmas en las que todo lo que piensa, por la confusión es tocado; más acusada me llega. Sofocada por un estado febril que a duras penas me deja diferenciar lo que toco de lo que imagino tocar, ha hecho que una voz en mi cabeza, para mi placer, recite versos aparentemente improvisados pero que bien conozco. Alguien que una noche, que a la mía parecida imagino, ya los escribió:

"Al ver pasar mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?"

Yo lo hubiera hecho, igual que tú hoy, en las mismas circunstancias, has venido a traer consuelo a la orilla del mío. Y, sin embargo, es la primera vez que siento que esos versos a mí me hablan. Cada vez que ese poema en mí se recitó, no hubo hueco más que para un contundente "yo" en respuesta a los versos posteriores, en donde te atreviste a hacer la temida pregunta:

"Quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?"

Y así pasan mis horas de fiebre, insomnio y delirios; en grata compañía. Rodeado por Beethoven, Bécquer y voces abstractas no identificadas. Por esta noche, la soledad queda muy lejana.

domingo, 1 de agosto de 2010

Largo tiempo de insomnio te hace saber qué cosas te lo provocan, por qué hay días que llega fortalecido y otros que llega debilitado, por qué unas veces te arrastra a la impotencia y a la frustración y otras se acepta de buena gana, por qué en ocasiones te deja días sin dormir y en otras te da un sueño lúcido e intermitente cargado de pesadillas. Llega a ser como un compañero al que conoces bien, puedes incluso llegar a adivinar cómo se va a presentar antes siquiera de que atardezca.

Sin embargo, no es ésta una noche en la que tenga insomnio, porque esta noche podré dormir de pena.

sábado, 24 de julio de 2010

A, B y C

Ahí estaba de nuevo el agujero sobre la almohada, mezcla de brillos y sombras girando en espiral bajo la estupefacta mirada de Seel. Era la segunda vez en su vida que, inesperadamente, surgía ese agujero sin razón aparente.

"La primera vez que introduje la cabeza en este agujero, pude contemplar mi futuro".

Y, sin pensárselo dos veces, así lo hizo dispuesto a ver su futuro. Como si sus ojos ocuparan por un breve periodo de tiempo el hueco de su 'yo' que está por venir.
Al poco, sacó la cabeza con el gesto desencajado y la piel pálida como quien acaba de ver un fantasma. Temblando y tan alterado que no era capaz de mantener la mirada en un mismo punto escuchó el mágico sonido del agujero cerrándose sobre su almohada.

"Desengáñate. Lo que he visto no es una noche cerrada ni un cuarto oscuro, ni siquiera sé si describirlo como oscuridad. Era nada... a secas, ¿significa eso que mi muerte está cerca? Pero yo no me sentía muerto, ¡no me sentía de ninguna manera! ... Eso es estar muerto... ¿Y si estaba dormido? No, no, no... estaba muerto, ¡voy a morir!"

Corrió desquiciado en busca de algo que le aliviara, por aquí y por allí no encontró a nadie que pudiera comprender que estuviera tan seguro de su muerte.
Todo lo estudiado, lo trabajado, lo ahorrado, los vínculos afectivos que había conseguido... ¡todo se perdería en 'algo' que no era capaz de describir! Así que subió a un barranco.

*Ring* *Ring* (¿Se me olvidaba mencionar a la chica que había amado, sin respuesta ni éxito alguno, durante gran parte de su inminente perdición?)

- ¿Sí? ¡¿Hacer algo?! Hmm... No creo que pueda hacer nada en... mmm... un tiempo. Pero gracias por pensar en mí. Ha sido un detalle. Eh... no, no es eso... ya te explicaré mmm en algún momento. Claro... Adiós. ......¡Ha sido un placer! *Bip*

Miró al barranco, decidido. Ahora ya no habría interrupciones, se tiraría al vacío sin más dilación. Pues, ¿qué sentido tenía alargar más esa incertidumbre?

"Un momento... ¿y si es por esto que no he podido ver mi futuro? Tirarme por el barranco cumpliría el pronóstico de no tener futuro. Pero no hubiera decidido tirarme de no ser porque no tengo futuro... ¡Pero eso es una paradoja! ¿...No? No puedo estar seguro, ¿cómo voy a tirarme si no puedo llegar a una conclusión? ¡No puedo permitirme errar en esto!"

Así pues, dando un par de pasos hacia atrás para guardar una distancia prudencial con el vacío, meditó sobre qué es lo que debía hacer.

"Bien, por lo pronto ya he decidido que es obvio que no puedo acabar conmigo. ¿Entonces qué? ¿De nuevo a la espectativa de que la muerte me lleve por delante esperándola en el más grande de los sinsentidos? Bien, si cumplir yo mismo con mi fatal destino no es una opción... lo que queda es intentar esquivar tal destino, ¿...pero cómo?"

Le anocheció buscando la respuesta. Y, después de eso, pasadas unas cuantas horas más, por fin se le ocurrió algo digno de intentar. Algo que le provocó una sonrisa torcida.
Cuatro días después apareció su figura entre la penumbra de un lúgubre y maltrecho puente de campo que atravesaba un caudaloso río. Apareció arrastrando un saco que se retorcía y que parecía intentar gritar.

- Yo no quiero matarte -le explicó Seel-, ¡pero es que tampoco quiero morir!

No dio más explicaciones, porque, de todos modos, ¿cómo iba nadie a entender los argumentos que se cocían en la mente de Seel para tal acto tan aparentemente despiadado?

"Recapitulemos: 1- Sé que voy a morir. 2- No puedo matarme para librarme de tan angustiante espera, porque igual es por eso que no he podido ver mi futuro. Así que lo que está clarísimo que tengo que hacer es 3- Matar a alguien, así la muerte se conformará y me dejará en paz."

Y sin pausa para sentimentalismos subió el saco por sobre su cabeza y lo tiró al agua. Tras contemplar confusa y felizmente cómo se hundía, volvieron a asaltarle, con contundencia, las dudas.

"He analizado cuidadosamente que esa persona fuera una persona a la que no importara ver muerta. Escoria. Pero yo soy una persona inocente, ¡valgo mucho más que esa basura! ¿Y si la muerte no se conforma? ¿Y si aun no he equilibrado la balanza? No puedo estar seguro de haberme librado ya de la muerte."

*Ring* *Ring*

Su rostro se iluminó ante la nueva llamada de su amada. Pero la felicidad duró poco, lo que tardó en ser consciente de que de nada servía aquella ilusión si la muerte seguía acechándole.

- ¿Sí? Ah. Uhm. Sí, estoy algo perdido... ¡¿Ehm?! Sí, yo ta-también he pensado en ti, claro. ¡¿Que qué?! Uff... cla-claro que yo también eh... yo también eh... gra-gracias por echarme de menos... uhmm. Sí q-que tengo ganas de verte pe-pero ando algo ocupado estos días. Lo si-siento... adiós. ¡¿Eh?! Sí claro, otro be-beso para ti también... gracias, t-tú también e-eres gua-guapa... *Bip*

"Recuperemos el control, muchacho. ¿Por dónde iba? Ah, sí, ¡tengo que matar a mucha escoria para confundir a la muerte! Podría atajar matando a alguien tan digno como yo, pero... ¡Sería espantoso matar a alguien que comparta mi categoria!"

Y tal como lo pensó lo hizo. Durante varios meses estuvo dedicándose a matar a gente que, por las razones que él consideraba indiscutibles, no merecían vivir más que él. Pero sí un poquito, lo justo para ir añadiendo peso a la balanza que creía debía equilibrarse para que la muerte le olvidara.
Cada breve periodo de tiempo, comprendido normalmente entre los cuatro o seis días, se cobraba un nuevo sacrificio. Eventualmente, su amada seguía llamándole. Pero salvar su vida era una tarea muy laboriosa, tenía que planear cada asesinato al detalle y elegir cuidadosamente a la víctima, no quería cometer el error de matar a alguien que lo mereciera demasiado poco o que directamente no lo mereciera. Así pues, el tiempo que le dedicaba a la susodicha era más bien poco y plagado de excusas.
Mas un día...

"Es imposible frenar esta rutina macabra de muertes. Creo que nunca alcanzaré un número de sacrificios que me equilibre. Además de eso, ¿quién me asegura que de verdad haya creado equilibrio cuando crea haberlo conseguido? Nunca podré ir del todo tranquilo. Basta que después de meses sin parar me haya faltado matar a dos o tres insignificancias más, para que la muerte me arrebate todo lo que tengo."

*Ring* *Ring*

- ¿Sí? Lo sé... no te he prestado mucha atención. He estado realmente ocupado, pero ya no más. Ahora sólo quiero... sí, yo también quiero estar contigo. Quiero verte. Ay, sí, te quiero, yo también te quiero. No digamos más por teléfono, veámonos. Ahora. *Bip*

"Espero que me perdone si mi muerte nos interrumpe, pero esto ya carece de sentido"

Cuando se encontraron tampoco necesitaron decir mucho más.
¿Cuál es la conclusión de esto? ¿Un sueño? Tendría sentido que por eso la espiral con la que comenzó todo surgiera en una almohada.
La muerte le llegó a Seel tras una cotidiana vejez.


jueves, 1 de julio de 2010

Tan poco

Es algo que no se puede explicar escribiendo, faltan en mi mente las frases con la que llevar a cabo dicha tarea. Es algo que no se puede explicar con palabras -tampoco- habladas. Tampoco ninguna imagen relacionada en mi mente que me permita dibujarlo. Tampoco con gestos, ni con miradas, ni con improvisación; tampoco con estados alterados de conciencia, ni con entendimiento visual con quien me pueda permitir hacerlo; tampoco con una mente afín que pueda intuir el mensaje sin necesidad de emitirlo -sea cual sea el modo-, ni con un supuesto desdoblamiento de mi alma colocado aleatoriamente en el cuerpo de una persona conocida o desconocida.

Es algo que sólo sirve para crear desaliento, confusión y caos.

Y tampoco.

domingo, 27 de junio de 2010

- Hoy iba a salir a la calle y en la puerta de mi casa he encontrado un papel arrugado y pisoteado, me agaché a recogerlo y ¿sabes qué ponía?
- ¿Qué ponía?
- "Hay dos tipos de personas: Las que se agacharían a recoger este papel y las que no".
- Jajajajaja.
- ¡No te rías! ¿Se supone entonces que soy el tipo de persona que se agacharía a recoger papeles?
- ¡Es sólo una broma!
- No es sólo una broma. Alguien, a través de una acción tan irrisoria como agacharse a recoger un papel, me ha estereotipado. Ha resumido el tipo de persona que soy a cuenta de una estupidez.
- No creo que quisiera decir eso.
- Vale. Pero estoy harto de los "hay dos tipos de personas, las que algo y las que otro". Joder, hay ochocientos "dos tipos de personas" distintos. Dejó de tener credibilidad hace mucho, pero la gente sigue haciéndolo. ¿En base a qué puedes presuponer que el 50% de una afirmación por obligación define el tipo absoluto de un humano?
- No le des más vueltas.
- "Hola, mi nombre es aleatorio, estudio o trabajo en algo que realmente no me interesa, llevo X ciclos de movimiento de traslación alrededor del sol, no sé muy bien por qué me han adjudicado cierto horóscopo y ¡ah! Soy el tipo de persona que ve el vaso medio vacío. Dudé también entre ser el tipo de persona que deja huella, el que es anfitrión o el que disfruta más la noche. ¿Y tú?"
- Lo sé, es absurdo. ¿Y qué?
- Pues es una recopilación básica de información necesaria para conocer a alguien. Luego hay gente que dice "a mí es muy difícil conocerme". Perdone, estoy seguro de que usted carece de cualquier rasgo en el que sea realmente difícil profundizar, el problema es que la gente no sabe conocer y, quizá en menor medida, darse a conocer tampoco. A gran escala, estamos obsesionados con los dos tipos y eso no dice una mierda de nadie.
- Tú estás obsesionado con los dos tipos, es una broma joder. Fui yo quien te puso ese maldito papel ayer al salir de tu casa, ¿estás contento?
- ¡Lo sabía! -finalizó, mientras se relajaba con sonrisa triunfal.