miércoles, 29 de diciembre de 2010

"Hacen que parezca tan fácil conectar con otro ser humano... Es como si nadie les hubiera dicho que es lo más difícil de este mundo"

lunes, 27 de diciembre de 2010

El reloj de nuestras vidas
No distingue ya la noche del día
Esperando se ha parado
Esperando a humanos que se han marchado

De flores negras lleno está el suelo
A tallos doblados les ha llegado el sueño
A tallos grises y secos que abandonan el duelo
De flores muertas lleno está el suelo

Dicen que el sol ya no calentará más,
ni existirán mañanas celestes más,
ni la lucha de sus rayos contra las nubes más.
Dicen que nuestras sombras se han extendido.

El cielo se ha caído.
El cielo se ha caído.

No habrá más Lunas para amantes,
ni enamorados que a ella canten,
ni para el mar su frío contemplar
cuando la Luna el camino hacia lo profundo marque.

El cielo se ha caído.
El cielo se ha caído.

Nadie ha llorado, nadie ha gritado
El oxígeno es ahora un tesoro para los humanos
Nadie quiere ya dinero a cambio de respirar
El oxígeno empieza a ser un bien escaso.

Como sombras empiezan a moverse en la oscuridad
De sus escondites salen ahora todos los vampiros
Rezad lejos de aquí, este planeta ya no es para los humanos.
Vuestra sangre, antes de que los pulmones os la sequen, dad.

Lalalalalalala
El cielo se ha caído.
El cielo se ha caído.

Entre calles solitarias ha nacido una nueva criatura:
Un humano que no necesita el Sol.
Un humano que no necesita la Luna.
Un humano que no necesita oxígeno.

Entre ruinas y basura ha nacido una nueva criatura,
Con sus ojos rasgados contempla su propio nacimiento
Entregadle las llaves al heredero del mundo
Todos tenéis que morir, ha regalado al planeta nuestro cielo.

El cielo se ha caído.
El cielo se ha caído.
Y con él, la nueva raza ha venido.

jueves, 9 de diciembre de 2010

"No hay nada que decir", pienso calmado mientras paseo por la encharcada ciudad, ahora dormitando la resaca de la tormenta bajo sus improvisadas lagunas. Se respira la dulce fragancia de la humedad y el gris apagado de las nubes. Camino entre pasos de baile esquivando charcos, de puntillas, cerrando los ojos, extendiendo los brazos, respirando el frío glacial que surca mi cara. Y entonces sonó la dulce melodía que me hizo girar.

"¿Dónde van tus pasos?", preguntó asiéndose a metros de mí de una cuerda que había atada alrededor de mi cintura.

"A ningún lugar, no hay nada que decir". Sujeté agua con mis manos y me fui liberando su tacto girando sobre mí mismo y enrollándome.

"Voy contigo", dijo con ternura, al tiempo que se deslizaba danzarina por la cuerda hacia mí, como quien desciende caprichoso por una montaña de hielo. Su baile hipnótico, siniestro y embaucador. Pasaba bajo la cuerda y sonreía, cambió la mano con la que la sujetaba descolgando su cuerpo y guiñó, la saltaba en un parsimonioso juego de elásticas piernas que ascendían y descendían, y empequeñecía sus ojos con inocente lujuria.

"No hay nada que decir", le dije cuando ya estaba frente a mí, dando un leve tirón de la cuerda para hacer chocar su cuerpo contra el mío.

"No hay nada que decir, salvo que bailes para mí" susurró al oído, rodeando mi cintura con su brazo sin soltar su extremo de la cuerda.