lunes, 5 de diciembre de 2011

El suelo a tus pies deja de ser plano, empieza a tener forma de torbellino y desciendes girando por sus paredes. Te estás hundiendo bailando la melancólica canción que suena en cada giro. La atmósfera se vuelve densa y peligrosa, sus gases cantan contigo en tus pulmones. Tu mirada está viajando en el tiempo, has perdido aquello que se ve en los ojos de alguien vivo, has ido muy lejos de tu cuerpo, has estado minutos totalmente ajeno a la realidad y parecía que hacías algo muy opuesto a volar.

Aun así, con el viento, las nubes llegaron arrastrando palabras que activaron el despertador y el ahora volvió a ser la vibración dominante. Sonidos tan simples como onomatopeyas destruyendo universos.

Pero es una pena que, a veces, no pueda evitar que 'mis naves también se hundan sólo al mencionarte'.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Go with the flow

Sólo abría su gran bocaza, que le partía en dos la cara, los días impares. Decía tener su propia y exclusiva voluntad, aunque siempre llevaba dentro de sí el brazo de aquel que le transportaba. Protestaba sobre lo que él creía "las grandes incoherencias del mundo". Tenía los ojos enormes y de color violeta, decía verlo todo a través de ellos con suma claridad; bajo sus dos clarividentes pupilas incomodaba un enorme agujero, donde se suponía que en algún momento hubo una aguileña nariz.

El dueño del brazo en el que se alojaba aseguraba no entender nada de lo que éste pretendía transmitir. Sus innumerables discursos parecían profecías, que perfectamente podían haber sido inspiradas por cualquiera de esos mesías enloquecidos que bramaban acerca del fin del mundo. Hablaba sobre el sinsentido de absolutamente todo y aborrecía concretar, no entendía ni lo más complejo, ni lo más básico. Podías explicarle el curso natural que se siguió para llegar hasta lo que ahora conocemos como "la normalidad" de alguna cosa concreta, pero era imposible llegar a un acuerdo con él.

La normalidad de las cosas era, por supuesto, una anomalía para él, incluso el idioma con el que se explicaba la normalidad de las cosas era también una anomalía para él. El cómo había llegado nuestro enorme cerebro a depender de estos estrambóticos sonidos, que forman concretas letras, que apiladas unas junto a otras en un determinado orden, intentan asemejarse y ser coherentes con nuestras emociones y pensamientos, ¡era una locura! Le desquiciaba y se pasaba horas de sus impares días gritando incomprendido el gran desmadre que esto era, que era una imperante necesidad volverse loco al hacer que el idioma fuera la gran herramienta de nuestra mente, que era una mayúscula anomalía no volverse loco con tan limitados muros.

Muchos habían dejado de querer estar con el dueño del brazo en el que se alojaba; otros, sin embargo, sólo estaban con el dueño del brazo, por su brazo. Unos escuchaban divertidos los largos discursos, otros parecían elaborar, modificar, corregir o confirmar sus propias teorías; otros las rebatían, pero acababan perdidos en un sinfín de paradojas inexplicables que hacía que culpara al idioma, en su mente todo estaba mucho más claro que en cualquier otro sitio; unos pocos descarriados habían creado una especie de religión propia en torno a él, en la que se pretendía, poco a poco, explicar la razón de que hubiera que quitarle el sentido a todo, la razón de que hubiera que devolverle su original sinsentido a todo.

Pero un día, el dueño del brazo en el que se alojaba amaneció con un ensangrentado hombro en donde ya no había brazo ni nadie que se alojara allí. Y todo empezó a cambiar, el sinsentido ahora era una gran bestia vengativa, con ansias desbordadas de que todos concibiéramos su existencia.

viernes, 4 de noviembre de 2011

- Este lugar es estupendo. Hace tiempo que no estoy en un sitio tan silencioso, tan tranquilo y respirando un aire tan limpio -dijo, mirando hacia todos lados ansioso, como un niño pequeño en su primer día de campo.
- Ya sabes que no todo es así, ¿ves esa nube amarilla del horizonte? Ahí es donde tenemos que llegar.
- ¡Una ciudad!
- Sí. Así que puedes ir despidiéndote del aire puro y del silencio.
- ¡No tenemos prisa! -refunfuñó- Quisiera poder disfrutar de esto un poco más.
- Yo sí tengo prisa, detesto esto. Mientras antes acabemos, mejor.

Dicho esto, empezaron a caminar campo a través rumbo a la nube amarilla.


- Espero que no te hayas olvidado las bombas en la nave.

martes, 11 de octubre de 2011

Entré al sótano y le vi tirado en el suelo, derramado en lo que parece su esquina favorita, postrado torpemente contra la pared y con la cabeza hundida entre los hombros. Inerte. Aproveché la claridad que entraba para encender la luz antes de cerrar la puerta de aquel agujero tapiado y me acerqué.

- ¿Quieres comer? -Le pregunté agachándome frente a él, aunque ya sabía cuál iba a ser la respuesta.
- No...
- ¿Y un cigarro? -Volví a preguntar, tras una quieta e inmutable pausa.- Necesito hablar contigo.

Me miró durante unos segundos a los ojos, desconfiado e inseguro, pero finalmente agarró el ofrecimiento. Se lo encendí.

- Necesito que pares de hacer lo que estás haciendo -empecé a decirle, tras buscar las palabras correctas. Para mí tampoco era una situación fácil.

Murmuró algo que no conseguí comprender.

- Tienes que dejar de parar tu tiempo. Sé que para ti es un gran logro haber conseguido manipularlo, pero, ¿recuerdas hace años cuando hablamos de que posiblemente tendría consecuencias? Las tiene.
- Eh...
- Tú aquí no lo percibes, pero el tiempo funciona distinto a tu alrededor cuando tú lo alteras. Estamos envejeciendo mucho más lento que el resto de las personas, las horas a veces pasan extremadamente lentas. En la vida real no es tan simple ni tan bonito como suena, en la vida fuera de aquí. Desubica, descontrola. Tu poder nos afecta... no sé, supongo que es como sentarte en un colchón, no puedes evitar que incluso la parte que no te toque se hunda contigo, ¿funciona así el tiempo? Tú lo entenderás mejor que yo, debes saber de qué hablo.
- Sí...
- Aquí ya es una locura, ¿cuánto hace realmente que entré a hablar contigo? ¿Cuánto llevas sin saber en qué año estamos?
- No...
- ¿No qué? Han pasado muchos años y tú... a veces me pregunto si es posible que sigas aun en ese día, en el primero, en el que descubriste tu poder. Pero ahora eres... como un reflejo distorsionado de entonces.
- Yo...
- Debes parar de hacerlo -me levanté e intenté adoptar una postura seria, casi me sentía su padre, regañándolo y doblándole la edad.- El tiempo debe empezar a fluir libre.
- He escrito algo... sobre algo -dijo, entregándome un folio-. Esto... era algo que necesitaba decir... sobre una cosa. Intento decir lo que... bueno, ya sabes; y al final he... dicho otro algo, no sé...
- No se te entiende nada -dije, mientras le examinaba disimulando la lástima-. Ni tampoco tu letra se entiende -protesté tras intentar leer el folio-, sólo hay garabatos, es como si hubieras olvidado escribir o comunicarte en general en un idioma inteligible. Ya no puedes ni escribir, ni hablar...
- Dame... -tiró la colilla y estiró un tembloroso brazo como pudo. Le entregué de nuevo el folio, supuse que se trataba de un moribundo orgullo tratando de salir a la luz.

Me aproximé de nuevo hacia la puerta. La abrí y ya no entraba claridad alguna, era de noche. Sólo podía esperar que no hubiera pasado más de un día.
- Y hazme caso, por favor, no detengas más tu tiempo -insistí, antes de apagar la luz y cerrar la puerta saliendo de allí.

jueves, 6 de octubre de 2011

Cerca de mí estás tú. Confusa. Tendría que buscar un traductor para tus besos y tus caricias y aun así tendría problemas con las lecturas literales. Vas a acabar metiéndome en una espiral si no me distancio antes. No tengo muy claro la intensidad de nuestro futuro.

Cerca de mí también estás tú. Cerca. Lejos estabas cerca y cerca estarás lejos.

Cerca de mí también estás tú, capaz de lo mejor y de lo peor. Por aburrimiento eres hiriente, desagradable y hostil. Las fuerzas que me permiten seguir adelante tienen ya muchas ganas de que te entretengas.

Cerca de mí también estás tú. Siempre hemos pensado que eramos idénticos, me pregunto si dentro de ti también estarán las cosas que he descubierto en este tiempo sobre mí. Lo vivido y compartido ya me hace estar contigo día a día. Hace tiempo que no te veo, habremos cambiado, quizás a peor. No tengo muy claro si algún día volveremos a cruzarnos, aunque sí lo que pasará si lo hacemos. La distancia parece una broma de mal gusto, suerte que nosotros siempre hemos derrochado un humor muy negro.

Cerca de mí también estás tú. Eres pasado y tienes bloqueado el acceso al futuro, el odio es la llave que mantendrá la puerta cerrada. Es la única razón por la que estás cerca.

Cerca de mí también están los demás, pero es bueno que no tenga más que decir.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Las persianas, de manera unilateral, han decidido que se haga la noche en mi habitación y las bombillas parecen no querer poner soluciones al respecto. Me quedo en pie, inmóvil, expectante y, sobre todo, alerta.

Intento examinar mi situación, pero una ceguera nocturna jamás antes experimentada me atrapa en lo desconocido. Mis brazos tiemblan intentando palpar algo que me proporcione estabilidad, pero sólo parece abrazar un baile de sombras, con sus cánticos y sus risas danzando a mi alrededor.

Tras unos segundos intentando no sucumbir a la locura, una vela tras otra, encendiéndose no tengo nada claro cómo, van creando un camino frente a mí. Como hipnotizado, no decido caminar a través de él, pero lo hago. Unos tres pasos, no más, y llego por fin a la puerta. Ésta se encontraba abierta, pero, para mi decepción, bloqueada. Una sofocante luz blanca entraba por los bordes que dejaba libre una enorme silueta que me sacaba por lo menos dos cabezas.

Se inclina hacia mí y puedo vislumbrar cómo se ajusta unos guantes blancos y, tras eso, sube levemente la visera de su sombrero gris, dejando que sus ojos transformen las oscuras sombras en sangrientos destellos que reflejan sus profundos ojos rojos. Y, así, permanecemos un buen rato los dos quietos, examinándonos en silencio; acción que acabó interrumpida por una prominente carcajada de ultratumba que emitió sin previo aviso. Pero yo no titubeo, mantengo un destornillador que tengo siempre en mi escritorio, por si acaso, sujeto firmemente hacia abajo. Me abalanzo sobre él mientras mantiene esa estridente risa y le hinco el hierro en el cuello. Lo atravieso de un tajo rápido. Entonces siento como uno de sus guantes blancos se cierra en mi garganta y como si fuera yo una pluma me levanta y me mantiene en el aire, sin parecer importarle tener aun el destornillador clavado.

Intento liberarme de la gigantesca mano que me aprisiona y me mantiene en volandas, pero no hay nada que hacer. De todos modos, la situación me hace pensar que él tampoco va a dar un nuevo paso, también se siente asustado por la herida que le he propinado. Yo, a unos dos pies del suelo, mirándole desafiante mientras me aferro a su garra; él, mientras tanto, chorreando sangre cuello abajo y con expresión de ira incandescente fija en mí.

- Deja de buscar mis ojos -dice apretando los dientes mientras me arroja contra la pared. Y se va.

Se hace la luz de nuevo y, cuando disfruto del corazón empezando a latir a un ritmo normal, observo que parece no haber sucedido nada en mi habitación.

Pero yo sé que sí.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Feeling good

Una tarde cualquiera en la que caminaba por un paseo marítimo, tras un rato ausente en a saber qué, de repente se detuvo. Examinó con curiosidad sus manos y tras unos segundos miró con firmeza al frente. Y, sin más, sus pies empezaron a separarse del suelo.

Poco a poco, despacio, su levitación ascendente fue yendo a más, ante el asombro de los transeúntes que rápidamente formaron un corro estupefacto bajo él. Extendió sus brazos horizontalmente con las palmas hacia arriba y continuó elevándose solemnemente.

Cuando estaba a unos diez metros del suelo frenó su vertiginoso ascenso y permaneció estático durante minutos en los que ni él mismo ni los que allí se habían congregado ante la novedad podrían haber dado una explicación a aquello. Sin embargo, a algunos les daba la sensación de que él no parecía sorprendido. Pensaría que había pasado lo que tenía que pasar. Y así, rápidamente, ya era dueño de sí mismo a ese otro nivel.

Ahuecó la palma de su mano frente a él y, de la nada, una especie de esfera negra apareció sobre ella. La esfera estaba rodeada de una especie de diminutos relámpagos que chisporroteaban apareciendo y desapareciendo como furiosa ráfaga de energía contenida, sonando como cientos de látigos estampándose contra un mismo punto a un ritmo aleatorio y trepidante. Entre tanto, en lo que examinaba su creación con orgullo, el mar tras él empezó a encabritarse y las olas chocaban de manera excesivamente violenta contra las rocas, llegando sus estallidos a la inusual situación de invadir la acera. La esfera fue adquiriendo progresivamente un tamaño considerablemente más grande, más imponente.

Era como un sol negro posado sobre su mano, una esfera perfectamente lisa con una escandalosa tormenta eléctrica en su superficie. Todos, menos él, siguieron con la mirada cómo dicha esfera empezó, a su vez, a ascender independizándose de su lugar de nacimiento.

Así pues, aquella era la situación. La agitación de cientos de personas que contemplaban estupefactas cómo un hombre levitaba sobre ellos bajo una especie de sol de ardiente y tenebrosa energía, con el mar cada vez más embravecido y un viento huracanado que parecía no saber a dónde querer ir, pero sí alrededor de quién.

La fascinación acerca de dicha esfera ya había alcanzado lo que parecía su punto cumbre cuando, de repente, llegó su estallido. Una ensordecedora explosión que cubrió el cielo de fuego durante unos instantes ante el boquiabierto pánico del gentío. Y, mientras él empezó a sonreír ante lo que no era una toma de conciencia de su poder sino más bien una demostración de él, dijo así:

"El mundo va a cambiar a partir de ahora, he nacido por fin, ahora va a llegar mi dictadura"

Y dicho esto, extendió su brazo hacia arriba y de su mano brotaron innumerables corrientes de energía de un negro absoluto que se alargaban y serpenteaban entre ellas, uniéndose y tomando forma, transformándose. Entonces, cerró su puño, en lo acabó siendo la empuñadura de la gigantesca espada que se había creado tras la metamorfosis. Y, sin perder la felicidad que emanaba de su sonrisa torcida, habló nuevamente:

"Pero antes de eso, voy a divertirme"

Rompió el viento con la espada dejándola bajo su cintura y, estirando el brazo que le quedaba libre, apuntó con su palma abierta a un sector de su público, de manera aleatoria.

Y otra relampagueante esfera negra brotó de ella.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Dos bailarines, agarrados nerviosamente por la cintura, comenzaron a bailar al son del piano, entre las sombras de aquel amplio y mal iluminado salón. La tétrica canción que sonaba no facilitaba el baile, y bien podía decirse de ella que su decadente ir y venir de notas podían ser las más tristes de un entierro.

Los jóvenes intentaban hacerlo lo mejor que podían, pero parecían sometidos a demasiada presión. Temblaban y se intercambiaban miradas incómodas mientras trataban de no tropezar con ellos mismos.

Todos estos sudores fríos que padecían se debía, principalmente, al público que tenían. Un grupo de hombres de trajes negros observaban con desinterés a la pareja, formando una circunferencia con ellos dos en el centro de las miradas. De piernas cruzadas en sus sillones de cuero negro, murmuraban y comentaban mientras fumaban tabaco y bebían whisky.

Uno de ellos, que sí mantenía la mirada fija en los dos protagonistas, fingía tocar con su mano las notas del piano en el aire mientras sonreía enigmáticamente bajo su sombrero. Era tal el punto en el que parecía conocerse la canción, que perfectamente podía ser él quien, a través de un piano invisible, estuviera emitiéndoles la siniestra melodía.

Al fondo del salón, en la más acuciante oscuridad, en un gran sillón acolchado de un rojizo tan fuerte que podía dañar la vista y que se parecía más a un altar que a otra cosa, estaba sentado un niño de unos siete u ocho años. El niño llevaba los ojos vendados y, aun así, parecía intentar seguir con desesperación el baile mientras tosía a causa de la nube de humo que había en la estancia.

El baile acabó y la pareja se quedó estática en el centro, esperando a averiguar qué era lo que iba a suceder a continuación. El hombre del sombrero se levantó y, haciendo señas, pidió que volviera a sonar la canción y se dirigió frente al niño.

- ¿Qué te ha parecido el baile? -Le preguntó.
- No puedo ver, no he podido apreciarlo -contestó, sin titubear.

El hombre, tras unos segundos de reflexión, negó con la cabeza decepcionado y se dirigió hacia los bailarines.

- No es suficiente -les anunció.

Y tras eso, sacó una pistola que tenía enfundada bajo su chaqueta y les propinó un disparo a cada uno en la cabeza.

Nadie se inmutó.

- Traed a los siguientes y ponedles la canción desde el principio -ordenó, regresando a su asiento.

viernes, 12 de agosto de 2011

Elemento viento

Hace unos días, el viento se detuvo junto a mí. Me dijo que le acompañara a algún alto acantilado donde pudiera volar libremente, que hastiado de la ciudad empezaba a necesitar no tener horizontes.

Yo respondí que no me pillaba de camino, pero insistió: "No te aburrirás -me dijo-, tengo mucho que contar". Intrigado, acepté y comencé a caminar tras los signos que me hacía para marchar junto a él, un periódico volando a ras de la acera, el cabello de una mujer agitándose, las caricias entre los dedos y los roces compartidos por las mejillas de los demás transeúntes...

El camino hasta el acantilado, que decidimos era el más apropiado, fue largo pero liviano. Conversamos de todas las cosas que se nos ocurrieron: de la luna, de colores, de melancolía, de amistad, de dolor, de revolución, de amor, de muerte, de progreso, de sociedad, de paciencia, de incomprensión, del paso del tiempo, de ausencia, de alejamientos y acercamientos, de sueños...

Parecía que su rastro de brisa brillaba, cual estrella fugaz, junto a mí. Parecía que no decía nada en comparación con todo lo que se traducía que sabía, y cada tema de conversación era una bocanada de intrigas y dudas que se abría frente a mí y que me dejaba sediento. La atracción era tal, que no podía preocuparme en seguir su ritmo, sólo quería hablar y hablar y rodear abismos junto a él. "Ahora, por lo menos, ya sabes que están ahí".

Y así, en un éxtasis deslumbrante de palabras sin fin, llegamos a su destino. Se arremolinó fuertemente a mi alrededor, e iluminando más resplandeciente que nunca nos despedimos y me quedé allí plantado contemplando expectante como se alejaba disfrutando de su nueva libertad.

Ahora, sólo días después, ya se ha soldado a mi mente como un recuerdo a atesorar. El día que hablé de todo lo que necesitaba, sin prisas, sin miedos, sin tabúes; y del agujero tan grande que ha dejado a su paso y de cómo ahora necesito escribir para suplirlo.

domingo, 19 de junio de 2011

"Sabes que así no puedo evitar llegar a esto", dijo, mientras hincaba con fuerza los dedos en la pierna que arrastraba.

"Yo no quería, pero así tienen que ser las cosas. Hubiera sido mucho más fácil así desde el comienzo", dijo, mientras lanzaba al cuerpo que arrastraba, estampándolo contra el muro de un edificio que acabó derrumbándose.

"Si simplemente no hubieras existido, o si hubieras fingido que no existes cuando esto se volvió inevitable, todo hubiera sido mucho más fácil", dijo, mientras caminaba hacia las ruinas que el choque había provocado.

"El universo nunca favorece el equilibrio, pero lo anhela. Y mientras más tiende al desequilibrio, más ansias de equilibrio crea en aquellos que viven en él." dijo, mientras escarbaba lanzando rocas y escombros allí y allá.

"Llega un momento en que la historia no puede soportarse a sí misma, y somos nosotros quienes deben hacer algo, somos nosotros quienes deben equilibrar las cosas; alguien tiene que vaciar el vaso" dijo, esbozando una sonrisa al descubrir de nuevo el cuerpo.

"Pero, ¿qué podemos hacer cuando lo que contiene ese vaso es un humano?" Dijo, cerrando su mano sobre el cuello y levantándolo sobre el suelo.

"No se puede dar un paso de bondad y tres pasos de maldad, sólo hay que calcular la proporción resultante de una trayectoria entera para ver que es demente" dijo, poniendo la punta de un cuchillo sobre su frente, con la mano que le quedaba libre.

"¿Eres consciente de la desproporción que tú has creado? Escucha los gemidos del universo, está pidiéndome que destruya la fuente de tanto desequilibrio. Ahora me siento en comunión con el planeta, y son esos lamentos lo único que no me deja escucharle con claridad." Dijo, mientras apretaba los dientes y miraba a sus ojos.

"Había cientos de formas de no llegar a esto. Pero tenías que tomártelo como un juego, como un modo de imponerte" dijo, hincando lentamente el cuchillo y apretando con fuerza su garganta.

"Todo, menos yo, clamaba un punto y final con sangre. Pero, a veces, hay que hacer cosas horribles para proteger la paz"

jueves, 16 de junio de 2011

No parpadeas porque estás estudiando la obra que tienes frente a ti, buscas un papel que te identifique entre tanta pose, las palabras no bastan. Hay un ojo en tu mente que quiere mirarlo todo y tenemos que seguir creando escenarios para que se alimente, ese ojo no puede cerrarse nunca.

Todos tienen la voluntad de seguir con ese ojo abierto, pero a ti te cuesta un poco más. Si todos perdiéramos esa voluntad, ¿qué pasaría con el tuyo? Nuestros enemigos están por aquí, debemos darnos prisa.

Hay que seguir caminando, porque quienes nos persiguen no dejan de hacerlo; pero no podemos dejar de mirar, porque podríamos acabar uniéndonos a su búsqueda. Sus convicciones les arrastran y sus objetivos les mandan capturarnos. Tu gran ojo emite dudas, es por eso que se sienten atraídos. Pero en el cielo nunca nos han podido encontrar, ¿cómo era que llegábamos antes hasta allí?

Hay que volver a ponerse a salvo. Quiero volver con fuerzas para caminar sobre las aguas, para abrirme paso entre ellas, para inundar a quienes me obligan a ser fuerte.

Nunca más. Nunca más, no. Nunca más es poco. Hay universos más pequeños que nosotros que quieren que criemos a sus planetas, pero somos muy viejos como para ver crecer astros y muy jóvenes para todo lo demás.

miércoles, 8 de junio de 2011

Intenta comprender que a veces no sepa si el tiempo va hacia atrás o hacia delante, que vea más de un pájaro volando en el mismo punto del cielo. Yo quiero explicarlo todo, pero nuestros idiomas se vuelven un laberinto para las emociones.

Y sí, quiero también dedicarle tiempo a las cosas más simples, aquellas en las que nunca he pensado aun. Ver la belleza de las cosas que sólo tienen un modo de verse y estudiarlas en toda su extensión.

Pero existe más allá un mundo muy distinto cuando se cierran los ojos, una vida totalmente ajena a esta. Una vida en la que todo está al alcance a través de otro tipo de leyes, en la que lo imposible está domado por la mente humana y sirve sus deseos.

Quiero entender aun muchas cosas que pueden parecer muy fáciles de entender, porque la división está en mí, porque no le he dedicado a este mundo todos los años que llevo vivo. Porque hay otra realidad más allá que repite mi nombre a diario y que me busca para decirme que todo es posible a través de mí.

Lo que quiero aportar no se puede comunicar de las maneras que conocemos. No es sólo que haya una infinidad de maneras de ver la realidad, que además hay infinitas realidades que descubrir. Que cuando vislumbras eso, las maravillas de este mundo se quedan cortas.

Tienen que existir puertas en nuestras cabezas que conecten estos mundos. Tengo que encontrarlas, porque mi universo ya está preparado para abrirlas e invadir el paisaje.

Break on through to the other side.

lunes, 6 de junio de 2011

Quiero brillar con luz propia, pero quiero hacerlo en mi cielo.

sábado, 12 de marzo de 2011

- ¿Tú también vienes a ver el espectáculo?
- Vengo de allí, tuve que teletransportarme en el último momento para que no me alcanzara la explosión.
- Nunca terminas de acostumbrarte a ver un planeta explotar tan de cerca.
- Los humanos son criaturas curiosas.
- Ellos se lo buscaron.
- En realidad no. No ha sido culpa de la humanidad en general, como esperábamos, por eso ha sucedido antes. La culpa ha sido de dos individuos en concreto.
- ¿Dos individuos...?
- Los humanos son seres que cuando se aman, intentan crear vida. Pero cuando se odian, intentan eliminarla. Alguien dio poder a dos humanos que se odiaban entre ellos, o ellos mismos lo consiguieron a través del odio.
- ¿De qué poder me hablas?
- De un poder que hace saltar planetas por los aires. Parecían dos relámpagos que se buscaban a través del cielo de toda la esfera, que se anhelaban, que se ansiaban. Se encontraban, se golpeaban y todo alrededor quedaba destruido. Una batalla sin precedentes, durante días. Muchos murieron por los desastres naturales que ocasionaron antes de que el planeta no lo soportara más.
- Debemos estar prevenidos, si alguien dio ese poder una vez, puede volver a repetirlo.
- No sería necesario. Ellos dos han sobrevivido al apocalipsis.
- ¡¿Qué?!
- La explosión les habrá dejado seriamente heridos, pero siguen vivos y parece que son capaces de vagar en el espacio. La onda expansiva les ha separado, cada uno en una punta distinta del universo. Deben estar buscándose de nuevo.
- Hay que impedir que se encuentren, es demasiado peligroso.
- Como decía, los humanos son seres curiosos. Todo lo que está vivo debería unirse para eliminar a los dos que quedan.

lunes, 7 de marzo de 2011

Contabas muy entusiasmada aquella historia, a la que de verdad que no dejé de prestar atención. Pero el viento nos traía el rocío del choque de las olas contra las rocas y mi disfrute estaba, por tanto, dividido en dos.

Tu historia llegaba a su mejor momento, lo sé, cuando empezó a llover y todo el agua se mezcló en nuestra vista. Me tumbé mirando al cielo, cogiendo aire bien fuerte mientras hincaba los dedos en la arena mojada.

Quitaste la radio rápidamente para que no se mojara, haciendo que dejara de sonar aquella canción que empezaba a gustarnos. Esbocé una sonrisa y te miré, para relajar el estrés que te invadía.

- No deberíamos haber venido -dijiste suspirando-, no es un día para la playa.
- Me gusta la playa así. Sentir que la quiero cuando nadie más lo hace.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Examen de coherencia con el pasado, representa con dibujos lo que en aquel entonces creías que serías.

Coleccionista de años.

Has invadido la mansión china, limpiarás la katana con tu quimono, sucio rastrero.

De que habláis?

Ayer el sol apareció cuarenta minutos antes de lo previsto, decían que siempre era igual.
No debe estar prestando mucha atención a lo que sucede aquí.

Cronista del tiempo.

Poderosa atracción gravitacional? Excusas, tú. Si hay una mirilla en cada puerta es porque nadie se atreve a abrir a ciegas.

Ni a la Luna? Bien no lo ha pensado el que no abre dos, tres y cuatro veces su puerta a la Luna sin pensárselo y que luego amanezca y le vuelva fuerte.

Espectador de la humanidad.

Claro que me tiraría en paracaídas, me encantaría verlo todo desde tan alto y que conforme caiga, vuestros pequeños puntitos se vayan haciendo cada vez más grandes hasta acabar dándome la bienvenida. Lo que nunca me atrevería a hacer es eso mismo al revés, compañeros.

Tu cenicero está lleno, quieres echar la ceniza en el mío? Ven siempre aquí, todos están más llenos cada vez.

Humanidad? No hay aprobado que decida qué quiero hacer con ella.