sábado, 24 de julio de 2010

A, B y C

Ahí estaba de nuevo el agujero sobre la almohada, mezcla de brillos y sombras girando en espiral bajo la estupefacta mirada de Seel. Era la segunda vez en su vida que, inesperadamente, surgía ese agujero sin razón aparente.

"La primera vez que introduje la cabeza en este agujero, pude contemplar mi futuro".

Y, sin pensárselo dos veces, así lo hizo dispuesto a ver su futuro. Como si sus ojos ocuparan por un breve periodo de tiempo el hueco de su 'yo' que está por venir.
Al poco, sacó la cabeza con el gesto desencajado y la piel pálida como quien acaba de ver un fantasma. Temblando y tan alterado que no era capaz de mantener la mirada en un mismo punto escuchó el mágico sonido del agujero cerrándose sobre su almohada.

"Desengáñate. Lo que he visto no es una noche cerrada ni un cuarto oscuro, ni siquiera sé si describirlo como oscuridad. Era nada... a secas, ¿significa eso que mi muerte está cerca? Pero yo no me sentía muerto, ¡no me sentía de ninguna manera! ... Eso es estar muerto... ¿Y si estaba dormido? No, no, no... estaba muerto, ¡voy a morir!"

Corrió desquiciado en busca de algo que le aliviara, por aquí y por allí no encontró a nadie que pudiera comprender que estuviera tan seguro de su muerte.
Todo lo estudiado, lo trabajado, lo ahorrado, los vínculos afectivos que había conseguido... ¡todo se perdería en 'algo' que no era capaz de describir! Así que subió a un barranco.

*Ring* *Ring* (¿Se me olvidaba mencionar a la chica que había amado, sin respuesta ni éxito alguno, durante gran parte de su inminente perdición?)

- ¿Sí? ¡¿Hacer algo?! Hmm... No creo que pueda hacer nada en... mmm... un tiempo. Pero gracias por pensar en mí. Ha sido un detalle. Eh... no, no es eso... ya te explicaré mmm en algún momento. Claro... Adiós. ......¡Ha sido un placer! *Bip*

Miró al barranco, decidido. Ahora ya no habría interrupciones, se tiraría al vacío sin más dilación. Pues, ¿qué sentido tenía alargar más esa incertidumbre?

"Un momento... ¿y si es por esto que no he podido ver mi futuro? Tirarme por el barranco cumpliría el pronóstico de no tener futuro. Pero no hubiera decidido tirarme de no ser porque no tengo futuro... ¡Pero eso es una paradoja! ¿...No? No puedo estar seguro, ¿cómo voy a tirarme si no puedo llegar a una conclusión? ¡No puedo permitirme errar en esto!"

Así pues, dando un par de pasos hacia atrás para guardar una distancia prudencial con el vacío, meditó sobre qué es lo que debía hacer.

"Bien, por lo pronto ya he decidido que es obvio que no puedo acabar conmigo. ¿Entonces qué? ¿De nuevo a la espectativa de que la muerte me lleve por delante esperándola en el más grande de los sinsentidos? Bien, si cumplir yo mismo con mi fatal destino no es una opción... lo que queda es intentar esquivar tal destino, ¿...pero cómo?"

Le anocheció buscando la respuesta. Y, después de eso, pasadas unas cuantas horas más, por fin se le ocurrió algo digno de intentar. Algo que le provocó una sonrisa torcida.
Cuatro días después apareció su figura entre la penumbra de un lúgubre y maltrecho puente de campo que atravesaba un caudaloso río. Apareció arrastrando un saco que se retorcía y que parecía intentar gritar.

- Yo no quiero matarte -le explicó Seel-, ¡pero es que tampoco quiero morir!

No dio más explicaciones, porque, de todos modos, ¿cómo iba nadie a entender los argumentos que se cocían en la mente de Seel para tal acto tan aparentemente despiadado?

"Recapitulemos: 1- Sé que voy a morir. 2- No puedo matarme para librarme de tan angustiante espera, porque igual es por eso que no he podido ver mi futuro. Así que lo que está clarísimo que tengo que hacer es 3- Matar a alguien, así la muerte se conformará y me dejará en paz."

Y sin pausa para sentimentalismos subió el saco por sobre su cabeza y lo tiró al agua. Tras contemplar confusa y felizmente cómo se hundía, volvieron a asaltarle, con contundencia, las dudas.

"He analizado cuidadosamente que esa persona fuera una persona a la que no importara ver muerta. Escoria. Pero yo soy una persona inocente, ¡valgo mucho más que esa basura! ¿Y si la muerte no se conforma? ¿Y si aun no he equilibrado la balanza? No puedo estar seguro de haberme librado ya de la muerte."

*Ring* *Ring*

Su rostro se iluminó ante la nueva llamada de su amada. Pero la felicidad duró poco, lo que tardó en ser consciente de que de nada servía aquella ilusión si la muerte seguía acechándole.

- ¿Sí? Ah. Uhm. Sí, estoy algo perdido... ¡¿Ehm?! Sí, yo ta-también he pensado en ti, claro. ¡¿Que qué?! Uff... cla-claro que yo también eh... yo también eh... gra-gracias por echarme de menos... uhmm. Sí q-que tengo ganas de verte pe-pero ando algo ocupado estos días. Lo si-siento... adiós. ¡¿Eh?! Sí claro, otro be-beso para ti también... gracias, t-tú también e-eres gua-guapa... *Bip*

"Recuperemos el control, muchacho. ¿Por dónde iba? Ah, sí, ¡tengo que matar a mucha escoria para confundir a la muerte! Podría atajar matando a alguien tan digno como yo, pero... ¡Sería espantoso matar a alguien que comparta mi categoria!"

Y tal como lo pensó lo hizo. Durante varios meses estuvo dedicándose a matar a gente que, por las razones que él consideraba indiscutibles, no merecían vivir más que él. Pero sí un poquito, lo justo para ir añadiendo peso a la balanza que creía debía equilibrarse para que la muerte le olvidara.
Cada breve periodo de tiempo, comprendido normalmente entre los cuatro o seis días, se cobraba un nuevo sacrificio. Eventualmente, su amada seguía llamándole. Pero salvar su vida era una tarea muy laboriosa, tenía que planear cada asesinato al detalle y elegir cuidadosamente a la víctima, no quería cometer el error de matar a alguien que lo mereciera demasiado poco o que directamente no lo mereciera. Así pues, el tiempo que le dedicaba a la susodicha era más bien poco y plagado de excusas.
Mas un día...

"Es imposible frenar esta rutina macabra de muertes. Creo que nunca alcanzaré un número de sacrificios que me equilibre. Además de eso, ¿quién me asegura que de verdad haya creado equilibrio cuando crea haberlo conseguido? Nunca podré ir del todo tranquilo. Basta que después de meses sin parar me haya faltado matar a dos o tres insignificancias más, para que la muerte me arrebate todo lo que tengo."

*Ring* *Ring*

- ¿Sí? Lo sé... no te he prestado mucha atención. He estado realmente ocupado, pero ya no más. Ahora sólo quiero... sí, yo también quiero estar contigo. Quiero verte. Ay, sí, te quiero, yo también te quiero. No digamos más por teléfono, veámonos. Ahora. *Bip*

"Espero que me perdone si mi muerte nos interrumpe, pero esto ya carece de sentido"

Cuando se encontraron tampoco necesitaron decir mucho más.
¿Cuál es la conclusión de esto? ¿Un sueño? Tendría sentido que por eso la espiral con la que comenzó todo surgiera en una almohada.
La muerte le llegó a Seel tras una cotidiana vejez.


jueves, 1 de julio de 2010

Tan poco

Es algo que no se puede explicar escribiendo, faltan en mi mente las frases con la que llevar a cabo dicha tarea. Es algo que no se puede explicar con palabras -tampoco- habladas. Tampoco ninguna imagen relacionada en mi mente que me permita dibujarlo. Tampoco con gestos, ni con miradas, ni con improvisación; tampoco con estados alterados de conciencia, ni con entendimiento visual con quien me pueda permitir hacerlo; tampoco con una mente afín que pueda intuir el mensaje sin necesidad de emitirlo -sea cual sea el modo-, ni con un supuesto desdoblamiento de mi alma colocado aleatoriamente en el cuerpo de una persona conocida o desconocida.

Es algo que sólo sirve para crear desaliento, confusión y caos.

Y tampoco.