viernes, 20 de agosto de 2010

El ser humano es un extenso abanico de colores que, tras analizar cada uno de ellos con mínimo detenimiento, comprendes que son insuficientes. Quiero la luminosidad del diamante reflejando la sonrisa de esa mujer y el destello del relámpago en la mirada de aquel rabioso, el fulgor del fuego rodeando un ardiente carácter, el color del cielo reflejado en el mar con espuma del oleaje en aquel que corre impetuoso hacia la locura y mil cosas más.

Más que eso todavía quieren mis ansias. Quiero colores nuevos aun no vistos y que sean tan fuertes y dominantes que oculten de la vista los antiguos. La creación de un nuevo color que vaya extendiéndose cual virus en la conciencia de todos. Exclamación, calambrazo mental y sonrisa: Así imagino yo el descubrimiento de esos nuevos colores. Y que cada ojo viera ese color de un modo distinto, ¡como un color nuevo cada vez!

Que la humanidad asista al entierro del arco iris en celebración y vítores, en nula melancolía del antaño pretencioso semicírculo. Los antiguos colores deben ser destruidos para poder crear otros nuevos.

Y este fantástico desvarío no es sino un pequeño desliz de optimismo. Lo que grita vehemente en mi mente es oscuridad y es la que define al ser humano y mueve el engranaje.

sábado, 7 de agosto de 2010

"Moonlight Sonata" fluye en mi mente, arrastrando en cada nota a los segundos que parecen querer una noche eterna, ¿cuántos amaneceres juntos hemos visto y cuántos más veremos?

Estas horas de vapor y fantasmas en las que todo lo que piensa, por la confusión es tocado; más acusada me llega. Sofocada por un estado febril que a duras penas me deja diferenciar lo que toco de lo que imagino tocar, ha hecho que una voz en mi cabeza, para mi placer, recite versos aparentemente improvisados pero que bien conozco. Alguien que una noche, que a la mía parecida imagino, ya los escribió:

"Al ver pasar mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?"

Yo lo hubiera hecho, igual que tú hoy, en las mismas circunstancias, has venido a traer consuelo a la orilla del mío. Y, sin embargo, es la primera vez que siento que esos versos a mí me hablan. Cada vez que ese poema en mí se recitó, no hubo hueco más que para un contundente "yo" en respuesta a los versos posteriores, en donde te atreviste a hacer la temida pregunta:

"Quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?"

Y así pasan mis horas de fiebre, insomnio y delirios; en grata compañía. Rodeado por Beethoven, Bécquer y voces abstractas no identificadas. Por esta noche, la soledad queda muy lejana.

domingo, 1 de agosto de 2010

Largo tiempo de insomnio te hace saber qué cosas te lo provocan, por qué hay días que llega fortalecido y otros que llega debilitado, por qué unas veces te arrastra a la impotencia y a la frustración y otras se acepta de buena gana, por qué en ocasiones te deja días sin dormir y en otras te da un sueño lúcido e intermitente cargado de pesadillas. Llega a ser como un compañero al que conoces bien, puedes incluso llegar a adivinar cómo se va a presentar antes siquiera de que atardezca.

Sin embargo, no es ésta una noche en la que tenga insomnio, porque esta noche podré dormir de pena.